GUILLERMO BUSTAMANTE Z. - Oficios de Noé



Oficios de Noé
ISBN 958-97620-1-8
Colección Los Conjurados
comunpresencia@yahoo.com
Ilustraciones: Mosaicos basílica de San Marcos

Nació en Cali, Colombia en 1958. Es licenciado en Literatura e Idiomas (Universidad Santiago de Cali, 1980) y Magíster en Lingüística y Español (Universidad del Valle, 1984). Profesor de la Universidad Pedagógica Nacional. Cofundador y codirector de las revistas de minicuentos Ekuóreo y A la topa tolondra. Co-antologista (con Harold Kremer) de la Antología del cuento corto colombiano (1a. ed. Cali: Univalle, 1994; 2a. ed. Bogotá: UPN, 2004) y de Los minicuentos de Ekuóreo (Cali: Deriva, 2003). Ganador del premio Jorge Isaacs 2002 (Valle del Cauca-Colombia), en la modalidad de cuento, con el libro Convicciones y otras debilidades mentales. Tiene inédito Disposiciones y virtudes. Minicuentos impíos y Ekuóreo: un capítulo del minicuento en Colombia. En el año 2005 la Colección Los Conjurados publicó Oficios de Noé.


Credulidad
¿Qué pasa, padre? –preguntó Sem–. Te noto impaciente.
–He recibido una misión divina –contestó Noé, mirando nerviosamente alrededor–. Nadie debe enterarse. ¿Puedo confiar en ti?
«Se enloqueció –pensó Sem–. Es típico de los locos creer que el Señor en persona les ha encomendado algo especial. Igual ya tiene 600 años, puede ser una demencia senil».
–¿Y se puede saber cuál es esa misión?
–Debo fabricar un arca e introducir en ella a nuestra familia y a una pareja de cada animal viviente.
–¿Eso te parece sensato? ¿Sabes cuántas especies hay solamente de insectos? ¡No acabarías nunca! Nadie, que no quiera burlarse de ti, te pediría algo como eso. Es tu imaginación. Vete a descansar.
–Debo hacerlo, aunque en ello se me vaya la vida. ¿Acaso no ves?, ¡habrá un diluvio!
–Haz el loco como quieras. ¡Diluvio! No puedes encargarte de tu familia y sí vas a poder salvar a la humanidad y a la animalidad. ¿Por qué Dios habría de escogerte, precisamente a ti?
Sem le pidió discretamente a la gente no preocuparse si su padre manifestaba algún comportamiento extravagante.
Desde ese momento, Noé empezó a salir temprano y sólo volvía al anochecer. Siete días después, Sem notó un cambio: el viejo no salió de casa y mostraba una inquietud creciente.
–¿Cómo va tu delirio?
–Estoy esperando el comienzo del diluvio.
–Y déle. ¡En esta época nunca llueve! Además, ¿por qué habría de ocuparse Dios en llover, si hay leyes naturales para regir esas cosas?
Noé se alejó indiferente. Y comenzó a lloviznar. Sonriendo por lo irónico de la situación, Sem pensó: «Una lluvia pasajera, como las que hay en cualquier época del año».

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© Guillermo Bustamante Zamudio


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